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De este modo en 1991 Zannier adquirió su primera quinta en la subzona de Cima Corgo, dedicada en su inicio como propietario a vender uva a otras bodegas de la región. Quince años más tarde, el empresario compró su segunda quinta, la de Teixeira, con tan mala suerte que no le dieron permiso para construir allí una bodega, lo que le llevó en 2008 a adquirir ese terreno situado como un faro colgando en la altura, donde comenzaron a trabajar en vendimia a partir de la de 2010. Y con esta trilogía de quintas se armó un triángulo de vino que decidieron bautizar como los melocotoneros que en el Douro, con sus pêssegos de fruta,  se empleaban como demarcación entre quinta y quinta, y que determinaron llamar Quinta do Pessegueiro.

No le son extraños los vinos a Zannier, quien en su Francia natal también tiene otros proyectos de vino en Beaujolais y en la Provenza, pero éste del Douro se yergue, sin duda, sobre un terroir único y excepcional.

El nombre de la Quinta está grabado a lo largo de su entrada sobre un enorme portón que convive con olivos, eucaliptos, laurel, cipreses y una oferta botánica que enriquece el terroir. En vez de subir, se baja hasta el corazón de ese cajón de ilusiones de vino, enclavado recio en la historia, pero como un faro que mira al progreso.

El arcón de Pessegueiro

 

Dice una leyenda que fue el mismísimo Noé quien creó al Douro luego del diluvio, pero haya sido la o no verídica la historia, de lo que no hay duda es de que este personaje bíblico que del vino hizo un néctar divino para embriagarse en él, es el foco de las miradas con un enorme retrato propio en la recepción social de la bodega, un espacio casi a media luz desde el cual el señor del arca da la bienvenida a todos los visitantes y también vela por ellos durante la visita. Las paredes son de duelas de madera, la alfombra recuerda la imagen de las raíces en la viña y la escalera la espiral de un enorme tonel de vino.

El néctar de Noé es la punta del iceberg de un arca de vino con cinco niveles, casi un Pentateuco epistolar de la ruta del vino hilvanada por un ascensor central para cubas y concebida para que todo funcione por gravedad natural.

Es la modernidad estructural con una base que no puede ser más tradicional y que une a la arquitectura física como la arquitectura operacional. Porque en esos depósitos que suben y bajan convive el fruto de las viñas más antiguas del proyecto con innovaciones inéditas como ese mismo elevador, una idea tomada de otras regiones francesas como Burdeos.

Piso 1. La parte más alta, dedicada a la recepción de uva, que se realiza cuidadosamente en cajas de 22 kilos cada una que luego pasan a una cámara frigorífica para mantenerse a buena temperatura hasta el día siguiente que inicien el proceso que las convertirá en vino.

Piso 2. Area de vinificación, donde las variedades de uva se vinifican por parcela, de manera que puedan identificarse cada una de sus singularidades. Lagares, algunos pequeños depósitos para realizar experimentos, fudres de madera eslovena, huevos de hormigón donde realizan su crianza algunos vinos monovarietales que buscan mantener su fruta, depósitos de madera, depósitos de acero inoxidable y lagares de granito, un repertorio de vinificación ecléctico y a vuelta redonda de ese nivel en el que, hay además, una prensa vertical.

Piso 3. Espacio de crianza en barricas en una bodega que no persigue una marcada impronta de madera en el vino. Barricas de 225 litros en roble francés, austríaco y alemán, y depósitos de madera de castaño de 600 litros.

Pisos 4 y 5. Areas de embalaje, estocaje y despacho, ya que el embotellado, como sucede en muchas otras bodegas, se realiza en camiones de alquiler.

Para preservar y respetar el vino al máximo, el uso de bombas está totalmente prohibido en el proceso que lleva al vino desde la recepción de uva hasta su crianza en barricas.

Para ir de piso a piso, la bodega se ayuda con un elevador de cubas que enlaza los niveles de la bodega, permitiendo ejecutar por gravedad todos los movimientos para la elaboración del vino, de manera delicada y respetuosa.

Arquitectura de viñas y vinos

 

Tanto movimiento no sería posible sin la adecuada materia prima que vive en 28 hectáreas de viña esparcidas por los terroirs excepcionales de Pessegueiro, Teixeira y Afurada, las tres fincas que ayudan a erigir los vinos de la bodega bajo el liderazgo del reconocido y experimentado enólogo portugués João Nicolau de Almeida, arquitecto quijotesco de la parte líquida del proyecto.

En estas tres viñas propias se practica una agricultura respetuosa con el equilibrio natural de la viña y el entorno, y que prescinde de herbicidas para acercarse más a la agricultura biológica, con la que Quinta do Pessegueiro tiene ya certificada el 40% de la superficie de cultivo. Independientemente de esa certificación, la bodega cuida de sus viñas con preceptos biológicos, cultivando cada parcela en función de la naturaleza de sus suelos, la inclinación, la exposición al sol y las variedades que la pueblan. Hay viñas viejas, en las que el laboreo se realiza con caballos y las variedades de uva se mezclan entre sí para dar lugar a vinos únicos, un patrimonio vitícola que la bodega mima de manera respetuosa. A fin de comprar cada vez menos uva, la bodega está plantando cada vez más viña propia.

Al final de la tarde el sol de atardecer se pone en el horizonte pintando de melocotón los trenzados de las viñas que se abrazan frente a frente desde las partes más altas de la bodega hasta las pendientes que casi besan el agua del río.

En Pessegueiro, la Quinta que da nombre al proyecto, hay unas siete viñas con variedades diversas, una apuesta que la bodega concentra en variedades autóctonas, adaptadas a la geología y clima particulares de región, así como a la orientación solar de cada una, y cuya preservación coadyuva a producir los vinos de carácter único que derivan de esa diversidad varietal y ganan complejidad, pensados todos para invitar beber y beber, y no sólo catar, catar.

Viosinho, Cerceal, Gouveio, Folgasão o Rabigato, como las de la viña que rodea la estructura de la bodega, protagonizan la gama blanca que llena la copa de terroir y elegancia. Rufete, Tinta Roriz, Tinta Cão, Touriga Nacional, Tinta da Barca y Alicante Bouschet la gama tinta, trabajándose parcelas y variedades por separado, ensamblándose únicamente al final del vino.

De esa gran colección nacen líneas mono y plurivarietales, destacándose las primeras, con un perfil de elaboración de clara visión, una cantidad de referencias justas, pero con máxima calidad gracias a la conjugación de métodos vitícolas ancestrales y un equipo de alta tecnología que, en su versión fortificada, sólo incluye en su inventario vino de Oporto blanco y Vintage Ports, cuyas uvas se pisan a pie, al igual que aquéllas de las gamas más premium y monovarietales de la Quinta. Por ellos habla la voz del esquisto, siendo todos los vinos de cuerpo medio, alejados de la concentración y, en el caso de los tranquilos, de relativo bajo contenido alcohólico y gran frescura.

Hágase la luz. A luz é. Primero con Aluzé, que pasa dos meses de crianza en gigantescos balseiros, y después con Pessegueiro Colheita Branco, un blanco que suma de Viosinho, Gouveio y Rabigato. En su añada 2023 prensó sus uvas nacidas en suelos de esquisto fermentando parte del mosto con levaduras autóctonas en acero inoxidable. Culminada la fermentación, 70% del vino envejeció en depósitos de acero inoxidable y el restante 30% lo hizo en pipas de 600 litros. El vino tuvo abundantes aromas a fruta blanca y de hueso, pera, melocotón, y una pizca de miel, en una propuesta que le reveló como un blanco fresco, fácil, para nada exuberante, pero como elegante, mineral y largo en boca, aunque de retrogusto contenido.

El Quinta do Pessegueiro Branco funde 70% Rabigato y 30% Folgasão que comienzan a fermentar en depósitos de acero inoxidable, con levaduras autóctonas como es enseña de la casa, y terminan de hacerlo en pipas de madera de 600 litros en las que, una vez concluida la fermentación, se mantuvieron en contacto con sus lías finas por ocho meses. En su añada 2023 empezaron a notarse recuerdos a fruta de hueso, notas cítricas, sutiles tonos a toffee y miel. Se percibió ya mayor volumen en boca sin ser un vino pesado, aunque con un final más breve que dejó con ganas del siguiente sorbo, para luego estallar por todo el paladar. Cuando esta referencia comenzó a elaborarse en 2019 lo hizo con una tirada de cinco mil botellas que ya se ha duplicado.

Pasando al tinto se comienza por el Pessegueiro Aluzé, un ensamblaje a medias de Touriga Nacional y Touriga Francesa cultivadas sobre suelos de esquisto. Este Aluzé persigue ser un vino afrutado, ligero y fácil de beber, lo que se logra con una fermentación en depósitos de acero inoxidable y luego una crianza mixta de 12 meses en fudres de madera y depósitos deacero inoxidable. En su añada 2020 se percibió como un vino más evolucionado, con notas algo herbáceas y frutos rojos más maduros siempre dominando el carácter frutal en un vino con algún tanino, pero un pase bastante sedoso por el paladar.

El Pessegueiro Reserva Tinto fue lanzado como vino intermedio, ensamblando Touriga Nacional, Touriga Francesa y algo de Tinta da Barca. En su añada 2022 el vino fermentó en balseiro para luego envejecer doce meses en barricas usadas de 225 litros y pipas usadas de 600 litros, lo que entregó un tinto con recuerdos más vibrantes a fruta, frambuesa, flores, pimienta blanca y algún tono tostado en el retrogusto en un vino con taninos aún por pulir,  pero siempre elegante.

Las uvas para el Quinta do Pessegueiro proceden de tres parcelas, fundiendo Touriga Nacional, Touriga Francesa de 35 años, y viñas viejas con más de un siglo. En su añada 2019, además de la pisa a pie de la uva en el lagar, el vino envejeció en barricas de roble francés, austríaco y alemán nuevo y usado de 225 y 600 litros. Entregó un tinto con una fruta roja a mitad de camino entre baya y cereza, tonos florales y una delicada finura en copa.

Pero es tal vez en su línea de vinos monovarietales a partir de las variedades Rufete, Tinto Cão, Touriga Nacional, Tinta Rotiz y Tinta da Barca que la bodega reluce con destellos sobresalientes. El Quinta do Pessegueiro Tinta Roriz, que se ha elaborado apenas en una ocasión, es probablemente la mejor referencia de esta variedad en el Douro, lo que resulta algo un poco insólito ya que el vino no tiene pizca de contacto con la madera y en su añada 2021 entrega mucha fruta y elegancia para enlazar copa con copa.

Igual de fascinante fue el Quinta do Pessegueiro Rufete, que en su añada 2021 pisó su uva en lagar de granito para luego pasar 14 meses en barrica de roble francés, embotellándose apenas 700 botellas. Un vino realmente hermoso y ligero, muy floral como es típico en la Rufete, y afrutado, con notas salinas y algo especiadas, en un tinto muy redondo, fresco y gastronómico que apetece continuar de copa en copa. Una variedad a la que le está yendo tan bien que ya cuentan con una hectárea plantada de ella en solitario.

Dentro de la gama de vinos de Oporto, Pessegueiro elabora blancos y Vintage. El primero un Quinta do Pessegueiro Porto White Leve Seco, que apenas lleva dos embotellados y nació de la búsqueda por un vino de Oporto con menos alcohol. La Viosinho domina el ensamblaje de este vino que permanece tres años en las pipas más antiguas de la bodega con madera de castaño de 600 litros para entregar una propuesta líquida que no es exuberante, pero sí tiene bien presentes los recuerdos a hierbas aromáticas, como la ruda, siendo seco en boca, por donde se deslizó con untuosidad.

Si la Viosinho domina en el Leve Seco, la Rabigato es la que lo hace en el Quinta do Pessegueiro Port White, que no fue tan aromático como el anterior, y en boca entró con un punto dulce, sin excesos. Este Oporto blanco se elabora con uvas de viñas de unos 60 años de edad y envejeció durante tres años en pipas antiguas de madera de castaño de 600 litros.

La Touriga Nacional y la Touriga Francesa se funden en el Quinta do Pessegueiro LBV, un vino envejecido por cuatro años antes de embotellar y que en su añada 2018 mostró un perfil de abundante fruta de baya madura, con mucho cassis, frambuesa madura y tonos balsámicos, con una sensación alcohólica algo más evidente, pero un final fino. Este estilo de Oporto puede resultar excelente como complemento de carnes a la parrilla. La bodega comenzó a elaborar LBVs en 2011.

El Pessegueiro Vintage Port 2021 fue muy afrutado, jugoso, con recuerdos a confitura y abundante jara. Un Oporto redondo, listo para que lo disfruten quienes gustan de la expresión de los Vintages en su juventud, o en espera de reposo para conocer cómo se revelará a largo plazo. Al igual que el LBV es un vino que funde Touriga Nacional y Touriga Francesa procedentes de dos parcelas con viñas de cuatro décadas de edad y que juegan con sus exposiciones y altitudes, no excesivamente elevadas. La vinificación se realizó en lagar de granito con pisa a pie durante cinco días, antes de añadir el alcohol viníco para detener la fermentación.

A esta amplia oferta viníca la redondean Plenitude, la Cuvée de Prestige de la Quinta, un vino plurivarietal de viñas centenarias y parcela única, con poquísima producción y gran potencial de envejecimiento, que se vinifica en lagares de granito y tiene una crianza de 30 meses en madera, y Pessegueiro Vinha da Afurada, un blanco Reserva con crianza mixta en acero inoxidable y con lías en madera.

Junto con su exquisita colección de vinos, Quinta do Pessegueiro apuesta también por la miel de abeja y otro cultivo muy intrincado en la región, el del olivar, que en la Quinta es un cultivo biológico del que nace un seductor aceite de oliva virgen extra a partir de variedades autóctonas de aceituna como la Cordovil, la Madural y la Carrasquenha, que entra suave y delicado en boca, terminando con un retrogusto persistente y una pizca picante.

Quinta do Pessegueiro Sala de vinificación

 

1ro de junio de 2025. Todos los derechos reservados ©

 

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El francés Roger Zannier era hijo de un cantero italiano, pero no fueron las piedras las que le llevaron hasta el xisto de Portugal sino el negocio textil que fundó en los años sesenta del siglo pasado y que le hizo líder europeo de la moda infantil. Un poco más al norte de la tierra de vino duriense que nos ocupa, Braga era el destino de sus negocios portugueses, lo suficientemente próximos del Douro como para apetecerle poner también un pie allí.

 

Si vas camino a Ervedosa do Douro sobresale erguida a la izquierda como cajón blanco y acristalado en verde, una arquitectura rompedora para el resto del paisaje y de contraste con lo que se espera de las quintas históricas de la región.

Nadie permanece indiferente a esa forma de líneas cortantes y faraónicas que casi recuerda las siluetas del madrileño Templo de Debod o el dominicano Faro a Colón, un contraste de lo recto a lo curvo en un paisaje patrimonio de la humanidad, y una estructura simétrica, como la simetría sinuosa de la carretera que lleva a la bodega, casi en paralelo al flujo serpenteante del río Douro, en la parte más baja del monte donde los bancales parecen entretejerse entre el verde de la viña y el suelo de esquisto que es la piedra angular de todo el quehacer.

Postales del Douro

Los cinco pisos de Pessegueiro

 

Texto: Rosa María González Lamas. Fotos: Viajes & Vinos y Quinta do Pessegueiro ©