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Los mapas de la vid y el vino

 

En el mismo corazón del Alto Douro vinatero, Boavista es, además de un lugar con una vista maravillosa, una de las quintas históricas e icónicas del Douro portugués, conocida no sólo por haber vivido allí el Barón de Forrester, sino también por la excelencia de las uvas que por siglos han producido sus viñas. Ya en el siglo XIX se hablaba en el mercado inglés de un Vintage Boavista de 1866, lo que acredita la calidad de los vinos que se elaboraban allí.

Nacido en Escocia a principios del siglo XIX, como tantos ingleses y escoceses Joseph James Forrester llegó a Oporto para coincidir con su tío, uno de los socios de la casa de vino de Oporto Offley. Pronto, como otros tantos, sucumbiría a los encantos del Douro, pero, a diferencia de los demás, Forrester se convertiría en una especie de Da Vinci del territorio que le debe el haber hecho detallados mapas del río, sus quintas y riberas, desde la frontera española hasta su desembocadura en el mar, algo que permitió conocer mejor la geología y orografía de la comarca para mejorar la entonces compleja navegación por el río que hilvana una demarcación de belleza y geografía sin parangón.

Pero si es por sus esmeradas dotes de cartógrafo por lo que muchos le recuerdan, no menos cierto es que en su poliédrica relación con el vino de Oporto, Forrester también abordó aspectos como la viticultura, la enología, la cata, la pintura y, quizás lo más importante, una incisiva comprensión del comercio del vino. Una relación multifacética con el vino y con Portugal que le hizo una figura indispensable en Douro y el Oporto, y le valió no pocos reconocimientos, siendo, quizás, el más conocido, el título de Barón de Forrester que en 1855 le confirió el Rey Fernando II de Portugal.

Dicen que Forrester fue quien replantó y trató las viñas cuando el oídio afectó la región a mediados del siglo XIX, y por ello se sabe que mantuvo un estrecho contacto con la Quinta da Boavista y sus propietarios, suponiéndose que o la alquiló o compró todo el vino que allí se producía. Offley era el destino de las uvas y aquellos vinos, una casa que habiendo sido fundada en el siglo XVIII fue bajo la dirección de Forrester que adquirió fama y prestigio internacional.

Pero volviendo a los mapas, en el del Douro Boavista se sitúa en la margen derecha del río, una rive-droite sin catedral de Nôtre Dame. ¿O sí? Porque en la Quinta, lejos de una alta edificación arquitectónica, el fervor se erige en escalas, con el dramatismo de los oratorios musicales que elevan el espíritu a lo divino, y una altura que convierte a las viñas de la Quinta en un altar de la naturaleza, un paisaje de meditación que lleva al éxtasis multiplicando de manera sacramental un monumento a la vid y el vino en cada terraza.

Son éstas con las que se elabora el mapa de la Quinta, una escultura del tiempo y la mano del hombre cincelada con viejos olivares y viejas cepas de vid colocadas en terrazas de esquisto que se desparraman por 36 hectáreas de las 80 por las que se extiende Boavista.  

Una Quinta que antaño fueron tres  ---Cachucha, Ujo y Boavista---, fundidas con el tiempo en una sola con una trilogía de viñas protagonizadas por cepas autóctonas muy viejas, retorcidas por el tiempo, con bajos rendimientos y excepcional calidad.

Las viñas y sus vinos

 

El silencio magnifica la grandeza de la Vinha do Oratório, esa parcela contigua mítica y escultórica que es el gran foco de atención de la Quinta da Boavista. Hechiza y enmudece al espectador que admira sus cepas casi centenarias para estar atento a lo que dice ese mutismo en que los trozos de pizarra en el suelo brillan como escarcha plateada que parece entrelazar dos viñas zigzagueantes mirándose cara a cara, casi rozando el río y los raíles del tren que pasa por la ribera de la Quinta.

Es una de las viñas que más vértigo da en el Douro por la escalofriante altura de su pendiente, un terreno relativamente condensado en anchura que multiplica muchas veces una silueta de cóncavo y convexo que en sus extremos recuerda las guitarras en cada bancal. Son terrazas construidas por la mano del hombre que llegan a alcanzar los ocho metros de altura y tienen forma ondulada, asemejándolas a un lugar elevado espiritualmente, destinado al culto y oración. La viña mira a la dirección a donde nace el sol, con una altitud que va de los 80 a los 175 metros sobre el nivel del mar.

Por eso, para la Quinta da Boavista su Vinha do Oratório es una de las joyas de la corona, que convierte cada hilera de cepas de uva con nueve décadas y más de 20 distintas variedades en instrumentos musicales para componer la música del vino.

En el caso de las viñas viejas, de acuerdo al Instituto de Vinos del Douro y Oporto éstas tienen que tener más de cuatro décadas y poseer una mezcla de variedades, sin que ninguna supere el 25% de la parcela, que debe de identificarse en el registro.

¡Cuánto dicen los signos de la historia para quienes los saben leer! Es un enclave de viñas muy viejas sin llegar a ser pre-filoxércas, algo que no disimula el tamaño de sus bancales. Porque antes de la filoxera los bancales eran más bajos, pero tras la plaga los socalcos empezaron a tener muros más altos junto con plataformas más largas y anchas, para que hubiese más cepas en cada una, como sucede en la Vinha do Oratório.

La silueta imponente de la Vinha do Oratório la convierte en uno de esos lugares para Instagram que no son sólo una foto bonita o impresionante, sino una experiencia religiosa que se torna retrato de la historia en sus cepas viejas y la profundidad espiritual que pasado y presente reflejarán en el vino por venir. Porque no es lo mismo ver esta viña de culto en fotos, que tenerla de frente y poder pisarla en vivo y a todo color, viendo a sus trabajadores merendar mientras se conduce por los estrechos y curveados caminos que discurren por las viñas de la sima a la cima.

Si la Vinha do Oratório mira al este, la Vinha do Ujo mira cara norte. Ujo es otra de las parcelas medulares de Boavista, una viña replantada en 1930 sobre patamares horizontales prefiloxéricos, con muros de esquisto más pequeños que los que se construyeron tras la plaga, lo que la diferencia de la Do Oratório. Más de 25 variedades de uva habitan en la Vinha do Ujo, confiriendo una rica diversidad sólo posible de hallar en viñas muy antiguas, como ésta con altitudes que fluctúan entre los 180 y 210 metros de altitud.

En las viñas viejas, las variedades de uva acostumbraban a plantarse juntas para poder aunar de manera natural una selección variopinta que, compensando fortalezas y debilidades de cada variedad, sirviera para elaborar vinos con gran riqueza y complejidad. En vendimia, en las viñas viejas todo es manual y las uvas se cosechan por hilera en el bancal, y por hilera se vinifican sin hacer distinción en las variedades que puedan ser. La variedad dominante es la Touriga Francesa y entre tintas hay también una buena dosis de Touriga Nacional, Tinta Roriz y Tinto Cão. Todas las viñas tienen cubierta vegetal para reducir el riesgo de erosión.

Una confluencia de pasado y futuro

 

El del Barón de Forrester pudo haber sido el nombre más famoso vinculado a Boavista, pero tras su fallecimiento la Quinta tuvo diversos propietarios, el último de los cuales llegó en 2020 cuando fue comprada por la casa Sogevinus, que tras esta adquisición inició un trabajo titánico para plasmar el contenido de las viñas en una nueva cartografía para el porvenir.

“Es importante identificar las variedades y conocerlas para buscar nuevas formas de manejarlas a la hora de elaborar”, afirma Marcio Nobrega, responsable de viticultura de Sogevinus mientras recorre las Vinha do Oratorio con DiVINIdades de Viajes & Vinos.

Entre 2023 y 2024 se realizó un amplio estudio de identificación de variedades en las viñas muy viejas, llegando a identificar 56 variedades cuyos nombre y ubicación en la viña se plasmaron de manera detallada en un nuevo mapa de las viñas de la Quinta. “Sólo fue a partir de 1930 que en el Douro comenzó a llevarse un registro oficial de viñas, con lo que es muy importante fortalecer la documentación ya que hoy día apenas quedan dos a tres personas capaces de identificar las variedades y necesitamos ser conscientes de nuestra historia de cara al futuro”, añade Nobrega.

Pero no ha sido este mapa de cepas viejas el único proyecto emprendido por la empresa tras la adquisición de la Quinta, que desde 2020 ha visto también una restructuración de sus parcelas, plantando también por separado algunas de las variedades más empleadas y que mejor se comportan, especialmente de cara al cambio climático y su más visible cara del calentamiento global. Así, hoy no sólo se plantan de manera individual Touriga Nacional, Touriga Francesa, Tinta Roriz, Tinto Cão y Tinta Barroca  ---esta última una variedad que curiosamente no está resistiendo tan bien los rigores del calor---, sino que también se ha aumentado la superficie de la Alicante Bouschet y la Tinto Cão, se ha plantado Touriga Nacional en algunas nuevas áreas de la Quinta y se ha plantado más Donzelinho Tinto, una variedad clásica del Douro con referencias que se remontan a 1531 y que tiene bayas pequeñas de hollejo fino, racimos pequeños y compactos de la que pueden elaborarse vinos con gran aptitud gastronómica.

Además de esta reingeniería tinta, la nueva etapa trajo también la potenciación de la dimensión blanca de Boavista, que en su Vinha do Levante, una parcela a unos 280 metros de altitud, cultiva Arinto y Viosinho.

Todo este repensar de viñas ha dado paso a una nueva arquitectura de marcas, todas de uva propia y toda para vinos de mesa, ya que si durante el período que Boavista nutrió a Offley su materia prima fue para vinos fortificados de Oporto, con el propietario que precedió a Sogevinus en la Quinta da Boavista se inició la elaboración de vinos de mesa, aunque hoy la elaboración no se realice en Boavista, sino en la Quinta de São Luiz, donde se concentra la producción tranquila de la empresa.

Los de la Vinha do Oratório y la de Ujo siguen siendo los estandartes de Boavista, vinos de field blends, donde todas las variedades están mezcladas, aunque bajo la dirección del enólogo Ricardo Macedo se emprendió también una nueva ruta para potenciar los vinos monocasta, con variedades que se apartan para vinificarse en solitario, siempre que su calidad lo permita. Así nació un monovarietal de Touriga Francesa, además de estrenarse un blanco plurivarietal. El francés Jean-Claude Berrouet, especialista en Merlot y célebre por su trabajo con Château Pétrus en el Pomerol bordelés, es el consultor enológico de Quinta da Boavista, que tiene como arma secreta de su excelencia la estrecha colaboración entre los responsables de su enología y viticultura.

Las viñas muy viejas dotan a los vinos de gran concentración y complejidad. Esa estructura y concentración se hace patente en el Quinta da Boavista Vinha do Ujo 2020, con un perfil en boca muy estructurado, muy especiado, pero aún algo tánico y por crecer. Las uvas se vinificaron con racimos despalillados que fermentaron en barricas de roble francés de 500 a 600 litros, tras lo cual el vino envejeció durante al menos 16 meses en barricas de 225 litros de roble francés antes de embotellar, sin filtrar ni estabilizar.

Un perfil diverso en el Quinta da Boavista Vinha do Oratório 2020 que destacó por su concentración, pero también por su gran finura y presteza al trago. Más de 30 variedades recogidas terraza a terraza para luego escoger las mejores y que se derrama en copa como un vino lleno de recuerdos a fruta azul y silvestre, abundante cassis, café en polvo y notables especiados con un pase por boca super fino y elegante, honrando la historia y talante de esa viña. Las uvas se vinificaron con racimos despalillados que fueron pisados a pie en lagares de granito tradicionales, tras lo cual los vinos envejecieron durante al menos 18 meses en barricas de roble francés antes de embotellar. Tampoco se filtra ni estabiliza.

El Boa-Vista Reserva es la columna vertebral de los vinos de la Quinta, un tinto que hace acopio de uvas de distintas edades y parcelas a fin de reflejar la identidad colectiva de los terroirs del proyecto, según variedades, exposiciones solares y otros elementos que crean un todo de muchas partes. En su añada 2020 tuvo mucha Touriga Nacional y Touriga Francesa que fermentaron en depósitos de acero inoxidable y luego se pulieron por un mínimo de 15 meses en barricas de roble francés de 225 litros. En nariz destacó por su potencia frutal, con reminiscencias a un vino de Oporto por sus marcados recuerdos a ciruela madura. Un tinto pletórico de fruta y gran equilibrio y redondez en boca, listo para tomar y finísimo en el paladar.

La bodega usa tapón natural de corcho como cierre para estos vinos que acaban de estrenar en sociedad su añada 2021, que entre los vinos monovarietales, que sólo se embotellan cuando el producto tiene el nivel, lanzó el Quinta da Boavista Alicante Bouschet. Entre los vinos recién presentados también el Quinta da Boavista Vinha do Levante, blanco suma de Arinto y Viosinho de la Vinha do Levante, en las partes más altas de la Quinta.

Las estructuras de la Quinta

 

Trascendiendo la Vinha do Oratório a la finca la corona una estructura vetusta y derruida que antaño albergó prensas y lagares, y permanece con su granito como testigo de la historia, pero que no se contempla recuperar, de momento. Reliquia viviente de lagares, además de éste en la Quinta hay otros adyacentes a la residencia principal, donde incluso hay un lagar de esquisto, algo no muy habitual en la región, donde es el granito el que tradicionalmente da forma a estos espacios para la pisa o prensado de uva, aunque fueron los de xisto, esquisto, los primeros que se hicieron al ser la piedra dominante en esa subzona del Douro y que, en la Quinta Boavista, se construyó con esquisto extraído de la propia finca, una especie de Km. 0 del suelo, trasladado a la parte de la vinificación.

El amplio paisaje a orillas del Douro está también pintado por viejos olivos que emergen de la pizarra y que también son símbolo del aprecio por el aceite de oliva de alta calidad y de los olivares muy viejos que en el Douro conviven con las viñas y han ido dando paso a un producto complementario premium de muchas bodegas, que cada día se aprecia y difunde más aunque el esfuerzo prodigioso que conlleva la recolección manual de aceituna en muchas de las quintas casi no pueda ser compensado en el precio de venta.

El Barón de Forrester fue quizás el habitante más célebre de una Quinta que ya existía antes de él llegar a ella. Si bien no hay planes de restaurar los lagares antiguos, la Casa do Barão sí si está transformando un poco para recibir algunas visitas y hacer un enoturismo muy selecto y exclusivo.

Junto a esa residencia hay una cuesta de pizarra por donde antaño descendían las barricas de vino en carros de bueyes que llegaban hasta un pequeño muelle privado de la Quinta en el borde del río. Puede que el cuerpo de Forrester nunca se haya encontrado tras la tragedia fluvial que acabó con su vida, pero quien sabe si fue porque decidió esconder su espíritu en ese muelle, para escaparse a escondidas y descifrar los nuevos secretos del entorno de Boavista.

 

23 de marzo de 2025. Todos los derechos reservados ©

 

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Si Forrester hubiese entendido que el verdadero tesoro estaba a poca distancia, enclavado en las rocas que bordean al rio de oro, tal vez no se habría preocupado tanto por llenar sus bolsillos de monedas tan pesadas que dice la leyenda no le permitieron salir a flote de aquel trágico accidente de navegación compartido con la mismísima Ferreirinha, quien sí se salvó de morir engullida por las aguas del río, dicen que gracias al efecto flotador de la voluminosa falda de su vestido.

A pesar de ser una figura de gran peso en la historia de la región, quizás el Barón no sopesó lo suficiente los riesgos de su avaricia, y eso que, con la buena vista que tenía en casa, habría podido dedicar más tiempo a las plegarias, de haber sabido que el tiempo erigiría un Oratorio de uvas en ese horizonte con buena vista que se divisaba desde las ventanas de aquella morada en pleno corazón del río Douro.

El nombre lo deja más que claro y no hay ni un ápice de duda de por qué esa casa con viñedo y olivar se llama Quinta de Boavista. Porque no importa hacia dónde se mire, al río, a la casa, pero, sobre todo, a la viña, hay un horizonte de inefable e impresionante belleza, una novena sinfonía de Beethoven escrita con notas de cepas y un pentagrama de viñas tan majestuoso que parece escucharse esa música in crescendo desde los compases más discretos hasta las notas con fuerza más colosal.

Postales del Douro

El espíritu de la Quinta da Boavista

 

Texto: Rosa María González Lamas. Fotos: Viajes & Vinos y Sogevinus ©